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Revista Desperta Ferro. Moderna, Nº 13, Año 2014. la Guerra Franco-prusiana (i). el Ocaso de Napoleón Iii

Autor:Revista Desperta Ferro;
Categoría:Historia
ISBN: 977225505400800013
Desperta Ferro Ediciones SLNE nos ofrece Revista Desperta Ferro. Moderna, Nº 13, Año 2014. la Guerra Franco-prusiana (i). el Ocaso de Napoleón Iii en español, disponible en nuestra tienda desde el 01 de Noviembre del 2014. Amplia tus conocimientos con este libro de ciencias humanas, perfectamente adaptado para todos los lectores por su cuidado contenido. Este libro (1ª ed.,1ª imp.).
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Encuadernación: Rústica1La senda de la guerra, Bismarck, Napoleón III y los orígenes de la Guerra Franco Prusiana por Geoffrey Wawro (North Texas Universiy). Existen dos líneas de pensamiento sobre los motivos por los que comienza una guerra. Una de ellas es la escuela de la política interior, que considera que el conflicto es producto de una manipulación política doméstica en la que gobiernos acorralados buscan una “guerra buena” que sirva para reunir a los votantes desafectos en torno a ellos por razones patrióticas tipo “equivocado o no, mi país primero”. La otra es la escuela de la política exterior, según la cual los estados recurren a la guerra con fines estratégicos como mejorar su poder y su influencia; buscan la guerra, como dijo Clausewitz, como “continuación de la política por otros medios”. Los motivos de la Guerra Franco-Prusiana de 1870-71, que fue la más importante de finales del siglo XIX, fueron una mezcla de ambas escuelas. En la imagen podemos ver un mapa político de los años anteriores a la guerra.
El Ejército de Moltke por Dennis Showalter (Colorado College). Cuando, tras la batalla de Königgrätz, se constituyó la Confederación Alemana del Norte, hubo pocas razones de peso para oponerse a la aceptación de derecho de una hegemonía militar prusiana que ya existía de hecho. Durante los años posteriores el Ejército prusiano fue integrando los ejércitos de los diversos Estados que ahora formaban la Confederación de Alemania del Norte, acabó de crear un magnífico cuerpo de oficiales de Estado Mayor, potenció su artillería y se preparó doctrinal y organizativamente para guerras futuras. Todos estos cambios serían puestos a prueba en agosto de 1870, tan solo cuatro años después; y algunos seguirían en vigor bien entrado el siglo siguiente.
Los tirailleurs algériens en 1870 por Louis Delpérier. Para los tirailleurs algériens la guerra franco-alemana resultó especialmente dura, pues personificaron una forma de combatir que había sido superada por la ciencia militar del enemigo. A los alemanes, muy dispuestos a acusarlos de cualquier atrocidad, les inspiraron temor o desprecio. “Después de la batalla de Reichshoffen he visto, en Estrasburgo, a un turco [N. del T.: nombre coloquial que se les daba] que llevaba al cuello un rosario de orejas prusianas”, escribió Marc Bonnefoy. Su comportamiento en las batallas de Wissembourg y Frœschwiller fue, a pesar de todo, digno de elogio, pues soportaron los ataques con estoicismo, contraatacaron con valentía y no abandonaron sus posiciones hasta que se les ordenó; sufriendo unas bajas muy elevadas.
La batalla de Frœschwiller por Rémy Porte. La guerra de 1870-1871, declarada a Prusia por una Francia que se hallaba en un estado de falta de preparación raras veces alcanzado, comienza, de modo efectivo, el 2 de agosto, con unas escaramuzas en las regiones de Sarrebruck y el norte de Alsacia. Pero las dos primeras batallas propiamente dichas, por el volumen de tropas empeñado en combate, fueron la de Spicheren y Frœschwiller, también llamada de Wœrth, localidad esta última que estuvo en el centro de los combates. Este combate provocó la retirada definitiva del Ejército de Alsacia y la separación efectiva de la fuerza de campaña francesa en dos partes. En la imagen, un Chasseur à pied.
Prusia y el rostro cambiante de la guerra por Dennis Showalter (Colorado College). El ejército prusiano de mediados del siglo XIX ofrece un ejemplo clásico de cómo la innovación tecnológica sirve de catalizador para la evolución en la organización militar y en la gestión del estado. Aquellas mejoras crearon, a su vez, una sinergia positiva que no solo cambió la forma de combatir de este ejército en concreto, sino también la estructura de las fuerzas armadas y la naturaleza de las relaciones internacionales en toda Europa, tanto de finales del siglo XIX como, posiblemente, de los cincuenta años siguientes. Uno de estos cambios fundamentales fue la aparición tanto de las redes ferroviarias como de un organismo militar dedicado a planificar, organizar y gestionar su empleo para la guerra; pero no fue el único, pues la artillería también experimentó un importante desarrollo. En la imagen, batería prusiana en acción.
La encerrona de Metz por Rémy Porte. El 14 de agosto Napoleón III da a Bazaine la orden de dirigirse hacia el Oeste, hacia Châlons, con el fin de cubrir La capital francesa; pero durante los días siguientes se van a suceder una serie de combates, no deseados por ambos altos mandos, no preparados y no planificados, sino desencadenados por la iniciativa de los generales de brigada o divisionarios, que van a modificar por completo el modo en que debían desarrollarse los acontecimientos. En el caso prusiano las consecuencias serán para bien, pues conseguirán encerrar a los franceses bajo los muros de Metz; en el caso de sus oponentes la incapacidad del comandante en jefe supondrá, para su país, la pérdida de una de sus fuerzas militares más importantes; y para él la acusación de traición en un futuro proceso. Este artículo viene ilustrado con cuatro mapas de las operaciones y batallas en torno a Metz.
La batalla de Sedán por Douglas Fermer. Librada junto a las márgenes del río Mosa el 1 de septiembre de 1870, la batalla culminante de la primera fase de la Guerra Franco-Prusiana fue la sentencia de muerte de un imperio y el rito bautismal de otro. Además, esta batalla de un solo día adquirió muy rápidamente, tanto para los vencedores como para los vencidos, un carácter mítico. Para el ejército alemán se convirtió en la batalla perfecta, una nueva Cannas, y supuso un modelo que intentaron emular tanto en 1914 como en 1940; mientras que para el ejército francés quedó la gloria de la resistencia a ultranza, como en la casa de “los últimos cartuchos”, que acabó alimentando el espíritu de revancha.
La Guerra de los Campesinos por Joachim Whaley (Universidad de Cambridge). “La sangre que se ha vertido este año de 1525”, escribió el pastor y cronista suizo Johannes Stumpf, debería bastar para “ahogar [.] a todos los tiranos”. Sus palabras reflejan acertadamente el impacto del mayor levantamiento campesino de la historia de Alemania, juzgado por Leopold von Ranke como “el más grande suceso natural” o “acto divino” de la vida del Estado alemán”. Karl Marx lo consideró el “acontecimiento más radical de la historia alemana”, mientras que Friedrich Engels vio en él “la tentativa revolucionaria más impresionante jamás perpetrada por el pueblo alemán”.
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