El poeta es un mago. Y en su espectáculo crea a veces de la nada, y otras vehementemente transforma, posiblemente desde la incoherencia, sentimientos, emociones, fantasías y vivencias, a los ojos de su lector, en presencia de la poesía y de su público. Y con todo ello conforma un universo propio, su precioso mundo interior, que exhibe en sus textos. Con su poesía nos entrega la llave para acceder a su mágico universo, donde cada palabra es una estrella que compite en belleza con todas. Los párrafos que las albergan, y ellas mismas son portadores de infinitud de registros emocionales en sus letras. Con el objetivo de hacernos sentir a gran escala nos atrapan con sus colores y nos prestan el polvo de sus alas para que levantemos el vuelo, en lo que leemos. Propiciando con sus versos, y en el tiempo que dura su lectura, que el lector experimente su subjetiva transformación interna. Olvidando activamente mientras dura esta, su cualidad de oruga para imbuirse de libertad en la gracia del aleteo de la mariposa.