¡Cuando le damos al exprimidor que todos tenemos encima de los hombros, obtenemos el jugo real, fruto de nuestra esencia verdadera, luego ya depende de nosotros, que lo adulte-remos con añadidos artificiales, para potenciar su sabor, y también, para que dure más tiempo, con el riesgo de convertir algo natural en sim-ple refresco, que desde luego, ya no será nues-tro zumo original!