Educar-nos para la ternura es hacernos más sensibles, afectivos, comprensivos, respetuosos. La educación del tacto y del contacto corporal significa adquirir recursos y medios para estar conscientemente en conexión con nosotros mismos y con los demás. Ello reporta grandes beneficios a las personas con las que nos relacionamos: hijos, parientes, enfermos, ancianos o personas que requieren cuidados especiales. Haciendo un recorrido por la historia natural de los seres vivos desde la célula hasta el hombre, estudiando los comportamientos de los animales, se corrobora según los más prestigiosos biólogos y sociólogos, que el afecto y el amor son no solo la clave de la evolución de las especies, de las relaciones humanas, de la convivencia y de la colaboración, sino de la existencia del ser humano y de la vida misma. La premisa se basa en la incuestionable conexión de los seres vivos con su entorno. En los humanos esta conexión ha de ser consciente, consigo mismo y con los demás. De ello se deriva que el cuidado mutuo, la educación y la cultura deben ser claves esenciales de la vida humana